TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN EN NIÑOS.



TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN EN NIÑOS.


¿QUÉ ES LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN?

La tolerancia a la frustración es la habilidad para minimizar el malestar que genera que las cosas no salgan como nosotros queremos. La tolerancia a la frustración “es todo ventajas”.

Por ejemplo, es una característica que favorece el liderazgo (lidiar con contratiempos, aceptar opiniones y críticas), tiene que ver con ser flexible, con adaptarse al mundo en el que vivimos (donde no tenemos el control de todo) a todos los niveles, tanto social como laboral o personal. 

De hecho, las personas con tolerancia a la frustración son más estables a nivel emocional.


EVOLUCIÓN DE LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN. 

  • BEBÉS (0-2 AÑOS)

Los niños pequeños tienen casi nula tolerancia a la frustración, es lo normal y lo esperado. Sus deseos son en realidad necesidades, sobre todo en la etapa de bebés: recibir alimento, dormir, no quedarse solos, entre muchos más.

  • NIÑOS PREESCOLARES (3-6 AÑOS)

Entre los 3 y los 6 años, el lenguaje y la madurez cognitiva permiten que tomen conciencia de sus emociones, que las identifiquen, que las nombren y, por tanto, que también empiecen a aprender a gestionarlas.

Están descubriéndose a sí mismos, pero también que hay todo un mundo ahí fuera en el que hay normas, aprenden que no todo gira en torno a ellos, que sus deseos no son satisfechos a la velocidad que quieren, y que, de hecho, a veces ni siquiera consiguen lo que quieren.

Se vuelven más autónomos y pasan de esperar que sus deseos sean realizados a ser parte activa en su realización, en ese momento es en el cual podemos hacer hincapié en ayudarles a adquirir las herramientas necesarias para que ese “descubrir que no tendré todo lo que quiero” tenga un impacto adaptativo en ellos.


CUÁNDO PREOCUPARSE.

El problema de tener baja tolerancia a la frustración, es que genera un fuerte descontrol emocional. Existen algunas conductas y actitudes de los niños que pueden indicarnos que necesitan ayuda. 

Algunos indicadores generales:

  • Si el niño muy impulsivo y comienza a mostrarse ansioso.
  • Tiene dificultades para controlar sus emociones.
  • Es muy muy exigente.
  • Evita enfrentarse a nuevos retos o probar cosas nuevas.
  • Cuando no consigue lo que quiere enseguida llora, se niega a continuar con la actividad, lanza objetos, patalea, grita…
  • Es poco flexible: se molesta fácilmente.
  • Tiene poca paciencia y se aburre rápidamente.
  • Presenta una actitud muy egocéntrica: Por ejemplo, “Yo quiero, yo necesito, yo, yo, yo…”

¿CÓMO TRABAJAR LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN EN NIÑOS?

Algunas cosas que se pueden hacer desde casa:
  • Apoyarle a identificar sus emociones para que luego pueda gestionarlas mejor.
Ejemplo: “¿Qué sientes cuando estás triste?” “¿Qué necesitas para estar menos triste?”
  • Enseñarle a pedir ayuda: no pasa nada por hacerlo, no es nada malo.
  • Dejar que se equivoque.
  • Cuentos que aborden el tema.
  • Normalizar y desdramatizar “el perder”: con nuestra conducta, a través del juego podemos ir quitándole la furia a perder. Funciona muy bien el ir verbalizando estas ideas mientras jugamos, pero no de un modo explícito. 
Por ejemplo: tú has perdido un turno y dices en voz alta algo del tipo “Vaya, qué mal, ahora voy a estar un turno sin jugar… Bueno, así mientras puedo hacer…”
  • Reforzar los pasos y no solo las metas: con ello favorecemos que sea el camino, su esfuerzo, sus acciones, lo que valen la pena, lo que ha de valorar, no solo el logro final.
  • Enseñarle a relajarse.
  • Propiciar que se involucre en situaciones o juegos en los que la recompensa no sea inmediata, que la espera sea parte del proceso.
  •  Y por último algo fundamental, ser un buen modelo. Los niños aprenden no solo de lo que les decimos, sino de lo que ven.

Por lo general, que un niño pequeño se enoje si pierde es completamente normal. En ese sentido, hay que recordar que dejarles ganar no es necesariamente bueno para ellos, así como dejarles hacer trampas.

Deben aprender a perder, a que no siempre conseguimos lo que queremos, y que eso no significa que no podamos disfrutar del proceso ni que, la siguiente vez, lo logremos.

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