¿CUÁNDO ES EL MOMENTO DE INICIAR UN PROCESO TERAPÉUTICO?
Y aunque no es forzoso hacerlo, la razón principal por la que una persona va a terapia básicamente es para mejorar, quizás porque no se encuentra a gusto consigo misma o en algún aspecto de su vida o con alguna situación por la que está atravesando.
Es verdad que tenemos días buenos y malos, donde nos sentimos con energía alta o baja, hay días en los que no tenemos ganas de hacer algo, nos sentimos cansados o estresados.
Es verdad que tenemos días buenos y malos, donde nos sentimos con energía alta o baja, hay días en los que no tenemos ganas de hacer algo, nos sentimos cansados o estresados.
Los días malos donde estamos cansados de la vida y del ajetreo diario es preciso y válido hacer una pausa, respirar profundo y seguir adelante.
Sin embargo, en el momento en el que los días malos se vuelven recurrentes, es cuando debemos preguntarnos si no es bueno buscar algún tipo de apoyo externo.
La terapia es realmente útil cuando nos cuesta salir de algún estado emocional, cuando tenemos cambios de humor y no sabemos o no entendemos lo que está pasando y nos cuestionamos el por qué estamos en un lugar determinado o viviendo cierta situación, cuando sentimos que perdemos nuestros objetivos de vista y/o el manejo de cómo actuar ante alguna situación.
La manera de decidir cuándo acudir a terapia está relacionada con el grado de afectación de ese problema a la vida diaria, es decir, cuando la situación o estado anímico que sea, causa un malestar y/o un deterioro en distintas áreas de funcionamiento de manera normal.
La terapia es realmente útil cuando nos cuesta salir de algún estado emocional, cuando tenemos cambios de humor y no sabemos o no entendemos lo que está pasando y nos cuestionamos el por qué estamos en un lugar determinado o viviendo cierta situación, cuando sentimos que perdemos nuestros objetivos de vista y/o el manejo de cómo actuar ante alguna situación.
La manera de decidir cuándo acudir a terapia está relacionada con el grado de afectación de ese problema a la vida diaria, es decir, cuando la situación o estado anímico que sea, causa un malestar y/o un deterioro en distintas áreas de funcionamiento de manera normal.
Así, en el momento en que esas dificultades tengan una duración, una intensidad y una frecuencia fuera de lo común, es momento de buscar apoyo.
También existen otras razonas recomendables para asistir a terapia, por ejemplo:
También existen otras razonas recomendables para asistir a terapia, por ejemplo:
Estar demasiado irritable, o no poder expresar lo que se siente, problemas para conciliar el sueño o concentrarse, ver la vida de manera negativa, problemas para poner límites, falta de deseo sexual, nervios, ansiedad, entre otras más situaciones.
A continuación, menciono algunas situaciones que podrían indicar que es un buen momento para asistir a terapia:
Más de uno de los síntomas expresados anteriormente, es un indicador para acudir a terapia.
La respuesta para iniciar un proceso terapéutico no es unilateral y válida para todas las personas. Cada cual experimenta sus vivencias de forma subjetiva y un mismo suceso puede repercutir de manera distinta a unas y a otros.
A continuación, menciono algunas situaciones que podrían indicar que es un buen momento para asistir a terapia:
- No hallar sentido:
Cuando sentimos una gran apatía que nos lleva a no tener ilusión y a no encontrar sentido a la vida.
- Pensamientos negativos:
Cuando somos incapaces de hallar nada positivo en el día a día y nuestros pensamientos únicamente giran en torno al negativismo.
- Aislamiento:
Cuando nos encerramos en nosotros o nosotras mismas porque percibimos el exterior como una constante amenaza.
- Desaliento:
Cuando creemos que todo nos sale siempre mal y que nada va a cambiar porque siempre ha sido así. - Miedo patológico:
Cuando dejamos de hacer las cosas que nos gustan por un miedo “irracional” que nos impide salir a la calle, relacionarnos con nuestras amistades o hacer ciertas cosas que antes nunca temíamos hacer.
- Hipocondría:
Cuando empezamos a llevar conductas extrañas y maníacas, cuyo no cumplimiento nos genera ansiedad, por miedo a contraer alguna grave enfermedad y morir.
- Pérdida de control:
Cuando cualquier situación nos desborda y en vez de llevarla con asertividad y diálogo respondemos siempre con agresividad y enojo.
- Dependencias:
Cuando caemos en adicciones comunes, como fumar, beber, jugar alguna relación tóxica sin saber cómo salir adelante.
- Estado ansioso:
Cuando nos domina la ansiedad impidiéndonos una tranquilidad, una conducta tranquila y el mantenimiento de pensamientos positivos.
- Problemas de comunicación:
Cuando la capacidad de diálogo y comunicación se cambia por la sucesión de gritos, silencios y malos comentarios, que dificultan y entorpecen la relación con las otras personas.
- Desapetito sexual:
Cuando surgen dificultades sexuales que vivimos con angustia debido a la impotencia y la falta de deseo que no se sabe comunicar a la pareja.
Más de uno de los síntomas expresados anteriormente, es un indicador para acudir a terapia.
La respuesta para iniciar un proceso terapéutico no es unilateral y válida para todas las personas. Cada cual experimenta sus vivencias de forma subjetiva y un mismo suceso puede repercutir de manera distinta a unas y a otros.
Sin embargo, si es necesario que hacer un ejercicio de reflexión y diálogo interior para determinar qué es lo que está ocurriendo.
Es importante hacerle frente a la situación y tomar la decisión y si este es tu caso, recuerda que puedes contactarme ya que estoy aquí para apoyarte.
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